viernes, 31 de julio de 2009

Carta segunda que nunca llegó a Rusia.


Querido Alexander Dimitrievich Stativoy, te escribo esta carta pensando en lo que fue, en lo que pudo haber sido. No obstante te recuerdo que fuiste tú quien nunca dijo adiós. Me pregunto si piensas en nosotros como lo hago yo.
Quiero pedirte si está en tus manos el infórmame de cómo va todo por allá, de la salud de mamá Daria, en fin te pido de favor a parte de lo que suceda entre nosotros no dejes de mantenerme al tanto.

Hemos perdido el interés
¿qué es lo principal en la vida? Nuestra vida gira en torno a otras vidas, pero no depende de ellas, así que tú perdiste el interés, decían que esto pasaría, lo mismo siempre aburre, lo nuevo atrae. Entonces porqué a mi no me atrae lo nuevo, o a las mujeres no nos atrae lo nuevo. No, eso no es definitivamente, ¿qué, entonces, clase de obsesión me envuelve? Y, ¿por qué digo que hemos perdido el interés? Bueno, sencillamente porque esto es lo que quiero hacerte creer, si yo no te intereso, tú no me interesas a mi, qué fácil; sí, esto es muy fácil aunque no lo creas, sencillamente porque ni siquiera leerás esto… Ya no estoy tan segura de nada, antes me dabas seguridad. ¡Qué estupidez! Entonces de nada me servía llevarte la contraria en todo, de nada me servía hacerte preguntas, a todas siempre responderás: no.
Y yo te decía que cada día haríamos algo nuevo, pero mis inventos eran tontos, reírnos de lo que la gente consideraba serio ya no es tan divertido. Y coquetear con muchachas fue mucho más fácil, pero siempre sabías mis gustos, y siempre he pensado que las mujeres son más hermosas que los hombres, te lo dije. Es la belleza, la mujer rodeada de se halito de luz, de claridad profunda, con cabellos largos de seda, de oro, de amor, de oscuridad, no pensaba ni pienso en el sexo, esto lo sabes bien. Una clase de antiguo amor contemplativo, no lo sé. Así que yo, como siempre te esperaba en el mismo lugar, sabía perfectamente que no aparecerías. No esperaba menos, el asunto del que siempre espera, a mi me desespera, a mi ni me pasaba por la cabeza hasta que un tercero mencionó la cuestión. No importa no te asustes, no contaré esa historia. El punto es que dicen que sin interés se vuelven fríos, indiferentes. Así como ahora te comportas, qué podemos hacer, no se puede volver al pasado, no podemos devolver nuestros desvelos, no podemos devolvernos los besos salados, las caricias de arena, no podemos entrar de nuevo al vientre de nuestra madre tierra y hacer que todo siga igual, ¿para qué, Alexander Dimitrievich, para qué?
Ya bien lo decía Séneca: “En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto”. Formamos tú y yo un pasado juntos, se supone que nuestras vidas están marcadas, pero en cambio te alejas por la falta de interés, sí tal cual es. Las promesas, lo dicho, las palabras, las cartas, los juegos, las mentiras, el entusiasmo se va al infierno sólo por esa pequeña palabra. Ahora te pido, que reflexiones, porque por algo nuestras vidas se conocieron, nuestras almas alguna vez fueron una. Te pido que nuestras almas sigan por el hilo de la sabiduría deseada, por el amor a la justicia, a la libertad, a nuestros más sublimes deseos. No te pido que vuelvas a mi, no. Eso sería estupido, sería cruel para ti.


Se despide de ti con un caluroso abrazo:
Ekaterina Andreyevna Eruslanova.